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Música une a París con Oaxaca

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Huele a basura. El olor es penetrante. La pobreza, dolorosa. La violencia ha impactado en la comunidad. El año pasado, por ejemplo, hubo un enfrentamiento entre presuntos grupos delictivos, quema de casas y balaceras. Los habitantes de la agencia Vicente Guerrero de la Villa de Zaachila en Oaxaca, muy cerca del basurero municipal, luchan cada día contra su destino. Los niños y jóvenes de esa comunidad querían un cambio, forjar un futuro mejor, y buscaron apoyo. Un día le pidieron al Padre José Rentería que los ayudara a estudiar música. Él los escuchó y llamó a Camerino López Manzano, un músico recién desempacado de la sierra de Oaxaca.

“El Padre José me propuso que abriéramos espacios para que los chavos no anduvieran en la calle, estaba preocupado por la violencia en las calles. Nunca había dado clases a grupos pero empezamos con 20 niños. Estábamos en una casa prestada, sin sillas, sin pizarrón. Lo primero que hice fue darles clase de solfeo porque es lo que a mí me enseñaron desde que era un niño y luego en la escuela. Necesitábamos instrumentos pero nadie los podía comprar, así que empezamos a improvisar con lo que teníamos, sillas, mangueras, boquillas, cosas así, inventando para poder tocar”, dice Camerino vía telefónica.

Era 2011 y a la iniciativa de los jóvenes y del Padre también se sumaron los padres de familia y los vecinos. Poco a poco la comunidad se fue enterando de la existencia de la escuela.

Un día, la piloto francesa Isabelle De Boves, integrante del Coro Air France,visitó a su tía en Zaachila. “Me contó que había un grupo de niños que quería formar una banda y que al salir de la escuela se reunían para estudiar solfeo, pero no tenían instrumentos. Fui a conocerlos y tenían estrellas en los ojos. Los escuchaba decir: ‘¡Yo voy a tocar la trompeta!’ Me emocionó la ilusión que les vi”, dice.

De Boves regresó a Francia y comenzó a recolectar instrumentos con sus amigos, colegas y conocidos.

“A los 15 días de haber conocido a Isabelle me llegó el primer lote de instrumentos usados. Así empezó esta aventura”, cuenta Camerino.

Ese lote fue la primera piedra de lo que hoy es la Escuela de Iniciación Musical Santa Cecilia, que atiende a 100 niños de entre 7 y 15 años y que es gestionado por el maestro Camerino, pero también por los padres de familia y músicos de la comunidad.

Proyecto en crecimiento. Desde 2011 reciben el apoyo de la Fundación Air France —que cada año elige 100 proyectos destinados a niños en situación vulnerable— y de su conjunto vocal Coro Air France, con pilotos y sobrecargos, quienes han ofrecido innumerables conciertos en Europa para apoyar a los chicos de Oaxaca.

“La escuela surgió desde la comunidad y es importante que así continúe. Yo nunca me quise meter en la gestión de la escuela, ellos lo hacen muy bien. Ahora hay 100 niños y hay varios comités para las clases de cuerda, para las de vientos, para el taller de laudería, entre otras cosas que se han podido concretar”, dice Isabelle.

Durante el primer año de la Escuela crearon la Banda de Música y ofrecieron su primer concierto. Al siguiente año se inscribieron el doble de niños; al tercer año sumaban ya 60. Para 2015 habían integrado una sección de cuerdas para convertirse en una orquesta. El número creció tanto que se hizo necesario contar con más maestros. A la fecha tiene cinco.

“Fue Isabelle quien comenzó a pedir más apoyos, publicaba nuestro proyecto en Internet y mucha gente empezó a voltear a vernos. Creo que el hecho de que fuera una escuela que estaba al lado del basurero municipal impactó a mucha gente, poco a poco algunos maestros franceses, argentinos, belgas, un par de maestros mexicanos han venido a ofrecer su apoyo y se quedan unos días a dar clases”, explica Camerino.

Según De Boves, gracias a la fundación francesa en 2014 fue posible comprar un terreno, la mitad de la inversión la puso la comunidad y la otra mitad los franceses. “Ofrecimos muchísimos conciertos en Francia, fue increíble la solidaridad que hubo y para la construcción nos apoyó la Fundación con una gran parte, para hacer una palapa y comprar un taller de reparación de instrumentos. También fue posible invitar a una chica para ir a Francia para capacitarla en la reparación, ahora estamos capacitando a dos jóvenes como lauderos, una ya estuvo en Europa y el otro chico pronto irá a Francia”, explica la piloto.

Una nueva meta. Hoy tienen un nuevo sueño: ampliar la escuela que ahora es de 100 metros cuadrados. Recientemente pudieron adquirir otro terreno, pero y necesitan dinero para construir. Para ello, por primera vez se reunirá la Banda de Música y el Coro Air France —con 85 cantantes— en dos conciertos a fin de recaudar fondos. El primero se llevará a cabo en la Sala Blas Galindo del Centro Nacional de las Artes el 19 de abril a las 19 horas, y el segundo el 21 de abril en el Teatro Macedonio Alcalá, en Oaxaca, a la misma hora.

La Banda empezó como cualquier otra banda de pueblo, tocando “Las mañanitas” y en fiestas. Con el tiempo ha hecho conciertos en varias comunidades del estado y en Puebla. Lo han logrado con sus propios esfuerzos y con el apoyo de De Boves. No tienen ayuda institucional. “El municipio nos ayudó un poquito, se han dado cuenta de que es un proyecto que ha ayudado a reducir un poco los índices de violencia. Es un barrio al que nadie quiere ir, tiene muy mala fama”, lamenta De Boves.

La independencia les ha permitido la libertad para elegir sus repertorios y sus mecanismos de operación. Los niños pagan 60 pesos a la semana y les prestan los instrumentos, con eso se paga algo de los sueldos de los maestros, lo demás lo sacan con otros proyectos y donaciones.

Según cálculos de Camerino. “Es un proyecto comunitario, por eso no hemos podido acceder a recursos del municipio. Con muchos esfuerzos y a duras penas pudimos tener el Macedonio Alcalá. Hacemos lo que podemos, recolectamos dinero con botes, los papás venden dulces, comida”.

La Banda de Música está integrada por los 50 alumnos más destacados de la Escuela de Iniciación Musical Santa Cecilia, que para este concierto en México prepararon canciones tradicionales oaxaqueñas, pero también obras clásicas que, reconoce Camerino, les han costado mucho trabajo, como El Danubio azul, de Johann Strauss, y el Primer Movimiento de la Quinta Sinfonía de Beethoven. “Estamos muy nerviosos, hemos trabajado mucho para que todo salga bien, para nosotros son piezas muy difíciles” dice Camerino entre risas.

Una de las figuras clave del proyecto, De Boves, dice: “Me dijeron que estaba loca. Todo parecía imposible. No sé si podemos atribuirlo a la escuela pero en esa comunidad los sueños ya están autorizados”.

Boletos en el correo conciertocoroairfrance@gmail.com o en el teléfono 55 12 62 06 97.

 

Con información de: El Universal

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